Fuerteventura es conocida por sus extensas playas de arenas doradas y mar cristalino, sin embargo durante años los visitantes también se han visto atraídos a este enclave turístico por la peculiar estampa que origina “El Fantasma Gris” en su costa.
El 15 de enero de 1994 el suntuoso transatlántico “American Star” se dirigía hacia el Puerto de la Luz en Las Palmas de Gran Canaria para hacer escala en su trayecto hacia Tailandia, propulsado por el remolcador ucraniano Neftegaz 67, ya que sus hélices estaban desmontadas. Un fuerte temporal sorprendió a la embarcación en aguas canarias. La tripulación fue rescatada en helicóptero y el barco quedó a la deriva hasta encallar en la playa de Garcey, al suroeste de Fuerteventura, en Pájara.
El navío parecía estar destinado a un trágico final, puesto que en los días posteriores mientras unos y otros se culpaban del siniestro, el mar ganó la batalla partiendo a la mitad el barco y hundiendo la popa en el océano. Centenares de curiosos se concentraban en la playa para contemplar el espectáculo y los más osados comenzaron con el saqueo una vez retirada la vigilancia de la Guardia Civil.
El Titanic majorero era el mayor buque norteamericano de pasajeros y en su construcción se emplearon las últimas tecnologías de la época y materiales innovadores como el aluminio y el acero inoxidable además del tradicional bronce. El valor de los objetos y de los enseres que había en su interior promovió a algunos a arrojar los muebles al mar para que sus familiares lo recogieran. Son muchos los lugareños que conservan reliquias que algún día pertenecieron al imponente monstruo de acero. La cafetería “El Naufragio” de Puerto del Rosario fue decorado totalmente con fragmentos del mismo. Y artistas como Klaus Berende llegaron hasta el interior de la leyenda inerte y la iluminó gracias a un generador y unos focos con el fin de aprovecharla para sus muestras plásticas. Sin embargo, otros no tuvieron la misma suerte y fallecieron o desaparecieron en el interior del barco al intentar explorar sus entrañas.
El American Star en la Segunda Guerra Mundial
Nadie imaginaría el terrible desenlace para un transatlántico que, sin lugar a dudas, fue el salvavidas de muchos en el bombardeo aéreo y los ataques de submarinos en Singapur durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a su velocidad.
En 1939 la primera dama de los EEUU, Eleanor Roosevelt, bautizaba al suntuoso “American Star”, pero el crucero inaugural tuvo que retrasarse, ya que Hitler había invadido Polonia. Fue reacondicionado como transporte de guerra y pasó a denominarse “USS Westpoint”. Aunque su tripulación lo apodaba “El Fantasma Gris” por sus dibujos de camuflaje que dificultaban el cálculo de su rumbo con los periscopios de los submarinos enemigos. Durante la Segunda Guerra Mundial se transportó a más de medio millón de personas entre las que se encontraban prisioneros de guerra, funcionarios de las Naciones Unidas y soldados.
En 1946, una vez finalizada la guerra, el transbordador comenzó sus lujosos recorridos transoceánicos pasando por diferentes propietarios y teniendo nombres como S.S. Australis, S.S. Italis, S.S Noga y S.S Alferdoss. Curiosamente con el nombre de S.S. Australis es cuando comenzó a surcar de forma habitual las aguas de las Islas Canarias. En esa época había sido adquirido por la naviera griega ChandrisLines para transportar turistas y emigrantes desde Southampton a Australia y Nueva Zelanda, pero el cierre del canal de Suez entre 1967 y 1976 obligó a modificar el trayecto teniendo que hacer escala en el Puerto de la Luz.
Durante estos años era conocido en Gran Canaria como “el barco de las quinielas” en alusión a las enormes “X” distintivas de la compañía naviera que adornaban las chimeneas. Tras años abandonado en el puerto griego de Atenas, se presentaron varios proyectos para remodelarlo, aunque se barajó la posibilidad de que los EEUU lo reconvirtiese en un buque prisión cerca de Nueva York, al final lo adquirió una compañía tailandesa para transformarlo en un hotel de lujo flotante junto a la isla de Phuket; destino al que nunca llegó.
En la actualidad apenas es posible ver sobresalir una pequeña parte del barco cuando baja la marea. Es sorprendente cómo pese a haber sido diseñado con rigurosas medidas de seguridad adicionales en previsión de posibles ataques, y tras haber salido ileso de la Segunda Guerra Mundial; finalmente ha sido víctima de las fuerzas de la naturaleza y de la desidia humana.